Por Darío Fiori
Era una final. Era el partido más esperado del año. Desde que Sebastián Méndez tomó la decisión de dejar Unión para sumarse a Vélez, se sabía que el partido de la 26ª Fecha del Torneo de la Liga Profesional en el José Amalfitani iba a ser muy especial. Y es que tras el agónico empate de Vélez ante Sarmiento en Junín y el empate de Unión ante Platense en el 15 de Abril, el calendario determinó que se enfrentaran en el José Amalfitani, en un partido trascendental para evitar el último lugar, que actualmente ocupa Huracán en la tabla anual.
Pero no sólo en lo deportivo están enfrentados estos clubes, sino también en lo judicial. El conflicto surge por el contrato original del jugador Mauro Pittón, que generó una deuda de 700 mil dólares de Vélez a Unión. Ambas partes no se ponen de acuerdo sobre la cotización a utilizar para saldar la deuda, ya que Vélez propone hacerlo en pesos según la cotización oficial del Banco Central de la República Argentina, mientras que Unión exige el pago en dólares, utilizando la cotización Dólar MEP.
La disyuntiva de la cotización del dólar se torna crucial, ya que una diferencia significativa entre la cotización oficial y la MEP podría marcar el monto final a percibir por Unión. El Club tiene derecho a reclamar judicialmente y podría obtener una ventaja en el caso al poder cobrar al valor del Dólar MEP, como ocurrió en un caso similar en la provincia de Santa Fe. La judicialización del conflicto, sin embargo, plantea un problema: los tiempos de la Justicia no coinciden con la necesidad urgente de Unión de recibir el dinero. Es que la tesorería del club necesita esos fondos rápidamente para hacer frente a sus necesidades y reforzar el equipo que dirige el «Kily» Cristian González.
Frente a frente en lo deportivo y en lo jurídico, ambos equipos deben tomar decisiones cruciales para su futuro. Por una parte, Vélez debe decidir cómo pagar la deuda pendiente y afrontar las consecuencias de sus actos. Por otro lado, Unión tiene que elegir entre aceptar el pago en pesos, presentar un reclamo judicial por la diferencia o seguir la vía federativa, que tampoco asegura una pronta solución.
Así, el duelo entre Vélez y Unión trascendió la cancha de fútbol para adentrarse en una disputa legal y financiera que pone en juego el futuro de ambos clubes. El desenlace del partido no sólo definirá su posición en la tabla, sino que también podría sentar un precedente en materia de contratos en dólares y las tasas utilizadas para su pago en el fútbol argentino. La tensión, la rivalidad y la incertidumbre envolvieron este enfrentamiento, convirtiéndolo en un capítulo inolvidable de la historia del fútbol argentino.
Los ojos del fútbol argentino estaban puestos en Liniers. Se percibía la expectativa y la tensión, ya que este enfrentamiento tenía mucho más en juego que una simple posición en la tabla. A lo largo de la semana, la prensa también se hizo eco de la importancia del choque. Las discusiones en los medios de comunicación giraban en torno a las posibilidades de cada equipo, las decisiones estratégicas de los entrenadores y el posible impacto en la disputa legal. Finalmente, llegó el día del partido. El estadio José Amalfitani estaba abarrotado de hinchas velezanos deseosos de presenciar el desenlace de esta trascendental batalla. El corazón latía al ritmo del jugo.
Previo al duelo, los dirigentes del Tate admitieron que no dieron órdenes ni instrucciones a los jugadores sobre cómo debían comportarse frente a Sebastián Méndez, que había dejado Unión para sumarse a Vélez. En consecuencia, ningún jugador quiso saludar al entrenador rival, por sentir que les había mentido y les había fallado.
Los dirigentes del club explicaron que no querían interferir en las decisiones personales de los jugadores y que cada uno era libre de actuar según su criterio. El comunicado previo emitido por el club sobre la situación había dejado clara la postura institucional, pero a partir de ese momento no quisieron involucrarse más en el asunto. Es decir, el tema estaba cerrado desde el punto de vista de la dirección.
En cambio, Kily González actuó de otra manera y tuvo la intención de ayudar a Méndez. El ex entrenador de Rosario Central sí tenía intención de saludar a Méndez. González había declarado públicamente que el «Gallego» y él eran amigos en el mundo del fútbol, lo que explicaba su actitud más amistosa hacia el entrenador rival.
Esta situación dejó en claro la tensión y las emociones en juego antes del partido. Los jugadores del Unión se sintieron dolidos por la marcha de Méndez a un club rival, lo que provocó una negativa generalizada a saludarle. Por otra parte, el gesto amistoso de «El Kily» hacia su colega puso de relieve que, incluso en medio de la rivalidad, el fútbol también puede ser un escenario en el que prevalezcan las relaciones personales.
Desde aquel domingo nublado inesperado en Casasol cuando Sebastián Méndez decidió partir hacia Vélez después de ganarle 3-0 a Independiente, Unión quedó sumido en una suerte de maleficio que lo ha dejado sin rumbo y sin gol. El conjunto del Kily González no encontró el camino de la victoria en los últimos tiempos. Disputó cinco partidos y no convirtió ningún gol. La debacle es evidente y el bodrio que presenciaron los hinchas de Vélez merecía el peor de los castigos. Es cierto que, analizando el vaso medio lleno, Unión tuvo la situación más clara del partido, pero no alcanza. Ya no alcanza con sumar de a un punto. ¿Mereció algo más? Puede ser. Jugando como jugó hoy no alcanza.
Mientras tanto, a la espera del mercado de invierno y del inicio de la Copa de la Liga, el disfraz de «Deportivo Empate» ya no es conveniente. Es como beberse su propio veneno. Quizá en algún momento sirvió para salir de la terapia: cerrar el arco y no perder. No obstante, a pesar de algunos puntos rescatables contra Boca y Talleres, los empates contra Platense y Vélez dejaron un sabor amargo, retrocediendo en varios aspectos. La sensación imperante es que González tendrá que trabajar incansablemente y los dirigentes deberán levantar las inhibiciones para lograr un mercado de pases exitoso.
En medio de la polémica generada por la situación de Machuca y su posible transferencia a Fortaleza, quedó en evidencia que Unión no puede jugar sin su jugador más determinante. Durante los 90 minutos, se ratificó que el equipo es Machuca-dependiente. El delantero es el único futbolista capaz de desequilibrar y generar jugadas de riesgo por sí solo, una ventaja que Unión no contó ante Platense. La ausencia de Machuca dejó al equipo sin alternativas en la mitad de la cancha hacia adelante, y se extrañaron horrores sus intervenciones.
Los números también son elocuentes, ya que en los cuatro partidos en los que Machuca no estuvo presente, Unión perdió dos y empató dos. Estas estadísticas son un reflejo de la relevancia del delantero en el equipo. Además, es el jugador con más gambetas exitosas en el torneo, lo que resalta aún más su ausencia en un equipo que carece de grandes individualidades.
Frente a esta situación, es imperativo que Unión no se permita transferir a Machuca al menos hasta fin de año, a menos que llegue una oferta realmente impactante. La dirigencia debe comprender que el jugador es irremplazable en el plantel, y por más que lleguen refuerzos, ninguno estará a la altura del oriundo de Roldán.
El futuro de Unión parece estar en la retención de su jugador estrella. Para bien del club y de Machuca, la decisión de transferirlo deberá ser revertida. El próximo partido contra Defensa será una oportunidad para demostrar la importancia del delantero en el equipo y, quizás, cambiar el rumbo de esa maldición que ha caído sobre el club desde aquel domingo en que Méndez partió. Solo el tiempo dirá si Unión logra superar este desafío y recuperar su esencia futbolística.
La evaluación de la actuación de un arquero en un partido en el que prácticamente no tuvo disparos al arco en 95 minutos es una tarea compleja. Pero en el caso de Moyano (4) no fue suficiente para disipar las inquietudes que surgieron durante el partido. Pese a que no fue llamado a ser exigido, su desempeño estuvo marcado por una notoria inseguridad y errores que generaron dudas. Estuvo errático en el manejo del balón. Evidenció dificultades para jugar con los pies y salir jugando desde atrás. Durante el primer tiempo, un intento por controlar un pase de 30 metros de Zenón derivó en un mal control que terminó generando el primer tiro de esquina para Vélez. Asimismo, la jugada en la que Vera lo comprometió al rechazar mal y permitir una clara oportunidad de Castro dentro del área desnudó que aún debe trabajar en su seguridad para resolver situaciones complicadas en el área chica. Y es que la seguridad y firmeza en las salidas son fundamentales para un arquero y estas situaciones de duda pueden afectar a la tranquilidad del equipo y generar situaciones de peligro. A favor: despejó algunos centros desde los costados.
El partido reciente nos ofreció la oportunidad de analizar la actuación de Vera (5), que tuvo altibajos durante el partido. Estuvo entre algodones debido a que es un jugador al que le cuesta terminar los 90 minutos sin molestias físicas. En algunas fases del partido intentó establecer conexión con Roldán en banda, tratando de participar en la elaboración de las jugadas de ataque. No obstante, se pudo observar que le faltó criterio y decisión para ir hacia adelante. Se mostró más contenido y contuvo al tándem Gómez-Ortega. No tuvo problemas en la marca y mostró buena capacidad para cerrar espacios. Comprometió a Moyano con un pase atrás que terminó en apenas un susto.
Disputó apenas 45 minutos. Pero en ese lapso que estuvo en cancha, Paz (5) lo hizo bien. Se retiró por una molestia muscular. Habrá que ver si estará desde la partida ante Defensa y Justicia el próximo viernes. Ha demostrado una notable madurez en su juego. Se desenvolvió con solidez en defensa. Buen posicionamiento en la cancha. Relevó correctamente a Vera cuando cruzó el centro del campo, garantizando que la defensa permaneciera compacta y protegida. Recibió una tarjeta amarilla al principio del partido. Una acción temeraria en la que colocó una patada a la altura del vientre del adversario le dejó condicionado para el resto del partido. A pesar de la amonestación, no se dejó intimidar. Bloqueó un disparo de Bou.
El mejor jugador del bloque defensivo fue Piris (7). Termina siendo la gran figura de Unión. A pesar de ser un jugador muy cuestionado por el hincha tatengue, las dos veces que tuvo que estar de la partida de la mano del Kily González, cumplió. Fue de menor a mayor. El único error que cometió a lo largo del partido fue cuando recibió la pelota de espaldas y un intento de entregar el balón al sector derecho hacia Paz resultó en un mal pase que terminó en un lateral para Vélez. Se ubicó de líbero y siempre fue salida. Por momentos se animó a quitar y a tomar la lanza. Ganó siempre en el mano a mano ante los tres delanteros que tuvo Vélez.
Desde hace varios partidos que Corvalán (6) está en un nivel muy alto. Cada vez que lo invitan a defender en el mano a mano es impresionante. Lo convierte, por momentos en un defensor impasable para muchos rivales. Sabe cuándo proyectarse y sumarse al ataque. El aspecto negativo es que no tuvo fino en los cambios de frente o en los balones largos.
Un desempeño irregular con luces y sombras. En algunos pasajes del encuentro, Roldán (4) y su característico despliegue y aporte al equipo. Tuvo un disparo que se fue por encima del travesaño. Robó en la mitad de la cancha y trasladó hasta 3/4 para asistir a Luna Diale que finalizó con el cabezazo que tapó Burián. Hubo momentos de preocupación para el oriundo de Villa Mercedes. La pérdida de una pelota clave desencadenó un contraataque para Vélez que pudo ser costoso y puso en riesgo al equipo.
Dentro de un mercado de pases paupérrimo, el trabajo de Gordillo (8) es cada vez es más importante en el medio. Marcando en los relevos, para que Unión trate de crear en ataque. Fue el que más quitó, el que más recuperó y el que más duelos ganó. Le da claridad cada vez que la pelota pasa por sus pies. La voluntad y el esfuerzo para Luna Diale (5), pero le falta definición. Nadie recrimina su inquebrantable voluntad en el terreno de juego. No dio ninguna pelota por perdida. Su intención de intentar la gambeta fue evidentes a lo largo del encuentro. Sin embargo, estuvo marcada por ciertas dificultades en los metros finales que afectaron su eficacia en el ataque. Le faltó lucidez y claridad en los metros finales. En el segundo tiempo, compartió dupla de ataque con Dómina, buscando ampliar la presencia ofensiva del equipo. Le puso un centro como con la mano al cabezazo de Domina que tapó Burián.
Durante el primer tiempo en el Amalfitani, Zenón (6) fue un jugador importante para el Tate aportando desborde, profundidad y velocidad en el ataque. Fue uno de los pocos jugadores que marcó el camino para el equipo en un cotejo que careció de emociones y oportunidades claras. Recorrió 100 metros con la pelota dominada y asistió a Domina, aunque lamentablemente no se tradujo en un remate al arco o un penal a favor de Unión. La idea del técnico Kily González de generar una sociedad por izquierda entre Del Blanco y Zenón buscaba potenciar el ataque del equipo. Lo negativo: resolvió mal varias jugadas, mostrando imprecisiones en su juego. En general, tanto para Unión como para Vélez, el manejo de la pelota fue un problema durante el partido. La falta de claridad y de ideas, sumado a las imprecisiones, llevó a que el encuentro transcurriera en la intrascendencia y en momentos, incluso en el aburrimiento. El 0 a 0 que calificó el partido parecía difícil de modificar, a menos que algún accidente o jugada fortuita ocurriera.
En un partido parejo, desaprovechó oportunidades muy claras. Si bien las estadísticas indican que Unión tuvo un solo tiro efectivo al arco, Dómina (5.5) estuvo involucrado en varias de las jugadas más peligrosas del equipo. Entró al área de Vélez y generó un momento de suspenso, cuando demoró en rematar y fue objeto de una revisión del VAR por una posible falta dentro del área. Sin embargo, el árbitro Rapallini y el VAR concluyeron que no hubo penal, y pareció ser una decisión acertada, ya que el toque en la espalda no pareció generar una inestabilidad suficiente para justificar la pena máxima. Lo tuvo de palomita, pero se encontró con una espectacular atajada de Burián, que otorgó un rebote que luego del Blanco remató desviado. Esta fue la oportunidad más clara del partido para Unión. En la parte final del encuentro, dio la impresión de que había espacios para que el chico del IPEI intentara aprovecharlos y buscar el gol que le diera la victoria, mientras Vélez mostraba escaso poder ofensivo. La sensación de que «el que hace el gol, gana» pareció dominar el encuentro durante casi toda su duración, ya que ambos equipos lucharon por encontrar la ventaja en un partido muy parejo.
Por último, Meynier (3) tuvo un debut complicado en el partido, sin poder destacarse debido a la labor de los tres zagueros centrales de Vélez (Jara, Gianetti y Gómez). Se vio absorbido por el trabajo de la defensa velezana. A pesr del debut complicado, es importante recordar que es un jugador joven y en desarollo. Es el goleador de la Reserva, por ende, enfrentar partidos de alta competencia puede ser una experiencia valiosa para su crecimiento y aprendizaje.
Los que ingresaron tampoco cambiaron la ecuación. Ludeña (5) realizó una maniobra interesante en el comienzo del segundo tiempo. Lo reemplazó a Paz lesionado. Cumplió. Por otra parte, Del Blanco (5) tuvo una situación muy clara dentro del área que no pudo definir con certeza. Pocos minutos en cancha para Juárez (-).
Cristian Gónzalez DT (5): La ineficacia y la falta de gol en el área rival y la gran solidez defensiva dan como resultado un cuarto 0-0 consecutivo. Un empate en Liniers ante un rival directo para el Tate no es malo. Pero sumar 27 puntos en 26 partidos es realmente poco. No convierte y no le convierten
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Fuente: SOY Deportes
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